Quinta exposición pictórica y gráfica colectiva – “Confluencias”

CONFLUENCIAS:
DONDE LOS RÍOS DE LA SEGURIDAD Y LA LIBERTAD SE JUNTAN

La celebración de los 49 años de la Casa de la Cultura Oaxaqueña fue concebida para llevarse a cabo de una manera distinta. En un primer momento se consideró importante festejar con la “cumpleañera”, convivir con ella, tener invitados, romper la piñata y partir el pastel juntos. Para lograrlo, sus familiares nos propusimos ponerla muy “bonita”, arreglarla, pintarla, colocar plantas, ponerle letreros nuevos y mejorar los espacios para que llegaran a felicitarla. Pero la pandemia modificó los planes, ella tendría un cumpleaños sin invitados. ¿Qué hacemos?, nos preguntamos, ¿sólo la felicitamos y celebramos con ella su próximo cumpleaños?, concluimos que no era la mejor idea. No podríamos celebrar sus 50 años sin antes haber festejado sus 49, además todo estaba listo, sus galerías están resplandecientes y sus salas para actividades fueron mejoradas ¿todo ese esfuerzo no valdría la pena?, ya había fecha para la fiesta y ya estaban listas las invitaciones. No había más que pensar, haríamos el festejo.

En un segundo momento consideramos que todos los invitados nos acompañaran desde de su casa. Una gran lección de la pandemia ha sido recurrir a la tecnología para no perder contacto con otras personas, incluidos amigos y familiares; y en general para tener noticias del mundo exterior. El aniversario en sí, ya era diferente, ¿por qué no hacerlo a través de transmisiones en vivo? Ante el distanciamiento social, la presencia de la tecnología en nuestras principales actividades se ha convertido en un ave que vuela en círculos sobre algunas personas que tenían como rutina acudir todos los días a la Casa de la Cultura Oaxaqueña. Ese vuelo en círculos representa la constante sensación de poseer preguntas sin responder, ¿qué pasará?, ¿cuándo vamos a regresar?, ¿estaremos demasiado viejos para seguir? o simplemente, ¿ya no seré útil? Estas preguntas nos las hacemos los seres humanos todo el tiempo, son la hoja de ruta que marcan nuestras decisiones. Es innegable que el lugar más seguro que conoce el ser humano es el vientre materno, lugar en el que no tomamos ninguna decisión y dependemos completamente de alguien más, nos alimenta, nos provee de emociones y sensaciones que nos permite aproximarnos al amor o al miedo. No en vano, adoptar una similitud de la posición fetal es una recomendación que nos realizan como una reacción de autoprotección ante un fuerte sismo, pero sería imposible mantenernos así durante el resto de nuestras vidas.

Sin embargo, esa seguridad de la que nos sentimos proveídos carece de la sensación de libertad, la cual requiere de la responsabilidad de nuestras decisiones, de la conciencia de nuestras elecciones, de nuestra voluntad y del respeto de la libertad ajena. En esta circunstancia, el vientre materno, al que consideramos el espacio más seguro, limita nuestra voluntad y nuestra responsabilidad.

Muchas especies como las aves, promueven dejar el nido, algunas violentamente, de ahí que especialistas afirmen que el dolor del parto humano se compara con la sensación de fracturarse 20 huesos a la vez, si así fuera, en términos conscientes nadie decidiría embarazarse para no tener que pasar por el dolor del parto. Volar implica poder usar las alas y extenderlas a la libertad, que no es más que el mensaje de hacernos responsables de nuestras decisiones.

Entre la seguridad y la libertad se encuentra el miedo. Todos sentimos miedo, eso nos hace humanos, es una sensación de angustia ante un hecho que no conocemos. Agosto de 2019 representa para quienes colaboraban en ese momento en la Casa de la Cultura Oaxaqueña, un episodio de confluencias, el dolor del parto, el vuelo del ave en círculos, la sensación de sentirse expulsados, en síntesis, la incertidumbre a pesar del tiempo recorrido en un ambiente destinado a expresar las emociones humanas a través del arte. A partir de esos días y con la aparición del virus más letal del siglo XXI, todas y todos sentimos con mayor intensidad nuestros temores.

Nuestra confluencia es el miedo que se encuentra entre la seguridad y la búsqueda de la libertad, testimonio de ello son todos los títulos y las imágenes de esta exposición, algunas las podríamos ubicar en la vertiente de la seguridad como “Contigo”, “Templo de Teposcolula”, “Oaxaca”, “Heredad”, “Doña Coty” o “Primavera de Antequera”. En tanto, en la ladera de la libertad ubicamos “Despredimientos”, “Niña de Huautla”, “Paisaje”, “Oaxaca entre las lunas” y “Placer”, pero en la intersección entre una y otra, es decir, en el miedo aparecen: “Ausencia”, “Midanta” seguida del adjetivo solitario, Kaijus (término japonés que quiere decir bestia extraña), “Ocaso”, “¿Nos conocemos?”, y “Migración”. Mauricio Canseco Ortiz, alumno de esta institución, tuvo el gran tino de nombrar a su obra “Donde los ríos se juntan”, el significado preciso del término confluencia.

Bajo esta circunstancia, Confluencias es una exposición que contiene una gran lección de vida como precepto ético, enseñar a nuestros alumnos a mirarse a través de nuestro reflejo para que abracen la libertad sin miedo.

Dedico este texto a todas y todos los talleristas de la Casa de la Cultura Oaxaqueña.

49 años de la CCO: La memoria colectiva en disputa.
Jesús Emilio de Leo