La estigmatización (del latín stigma, «marcar con hierro candente en señal de infamia») sobre las personas que viven con VIH y sida, conduce a una progresiva afectación psicológica, sin permitirle defenderse o expresarse, recurriendo incluso a la burla o ridiculización personal.
Afectaciones
El proceso mental de estigmatizar el contexto del VIH y sida reside en la mayoría de los casos en una falta de información sobre el tema, lo cual desemboca en la generación de prejuicios y conceptos equívocos. Podemos señalar que el acto de estigmatizar recae en un aspecto psicológico, donde la persona incuba ideas irracionales sin un fundamento, lo cual conlleva a la generación de etiquetas y estereotipos; cuando estas ideas se exteriorizan, comparten y ponen en práctica, dan como resultado la discriminación de las personas que viven con VIH y sida, generando diversas afectaciones a la salud mental, tales como baja autoestima, depresión, aislamiento, sentimientos de culpa y en general una baja calidad de vida, cayendo incluso en ideas y actos de suicidio.
Asimismo, el estigma contribuye a la generación de angustia y ansiedad de comunicar la condición de portador de VIH y sida (diagnóstico) a la pareja sexual, lo cual provoca mayor ignorancia y riesgo, aumentando así, la incidencia de casos de VIH.