Junta de consolidación de vales en Oaxaca

Archivo General del Estado de Oaxaca

JUNTA DE CONSOLIDACIÓN DE VALES EN OAXACA

Por Irma Lidia Zárate Cruz

En el año 1804 el imperio Español fue gobernado por el Rey Carlos IV. Ante la urgente necesidad de recursos por la guerra sostenida contra Inglaterra, la corona expidió la Real Cédula de Consolidación, cuya ejecución tuvo graves consecuencias económicas y sociales. En esa época la Iglesia era el centro financiero de la Nueva España, su capital tenía diversos orígenes, siendo de los más importantes, el que provenía de los Juzgados de Capellanías. Los ingresos de estos Juzgados provenían de los individuos y familias más adineradas, quienes daban parte de sus bienes para la formación de una capellanía.

Las capellanías se establecían mediante el depósito de una suma de dinero que rondaba los 2000 y 5000 pesos, los cuales eran otorgados a un capellán, quien se obligaba a dedicar cierta cantidad de misas anuales por el descanso del alma del benefactor. Los donativos se recibían al contado y los solicitantes eran con frecuencia agricultores, comerciantes y mineros que buscaban fortalecer sus empresas, o bien, reponerse en su comercio, sirviendo como cajas de préstamo.

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No solamente los Juzgados de Capellanías recibían donativos de bienes raíces o grandes sumas de capital. También lo hacían los conventos, monasterios y órdenes religiosas. Estas instituciones invertían sus excedentes de capital de préstamo entre todos los sectores de la población. El método principal de las instituciones eclesiásticas para prestar su dinero con seguridad de recuperarlo y cobrar sus intereses, consistió en exigir garantías, ya fuera en bienes raíces o con el respaldo de fiadores. Sin embargo, cuando los deudores no cumplían con los plazos señalados, la Iglesia solía extender el plazo de pago con un nuevo contrato, aunque en ocasiones recurrieran al embargo.

La ejecución de la Real Cédula constituyó un ataque directo a los bienes de la iglesia, porque no solo pedía los bienes raíces, si no el capital circulante que administraba. En ella se ordenó que fueran recogidos y prestados a la Corona, garantizando el pago de la deuda mediante la hipoteca de la renta de tabaco, alcabalas y el resto de sus ingresos hacendarios, declarando libre de impuestos a los que adquirían las propiedades confiscadas. También causó fuertes tensiones entre las autoridades y la oligarquía, por la actuación del Virrey José de Iturrigaray, a quien la corona exigió el envío de recursos a España.

La Real Cédula estuvo vigente de 1805 a 1809. Las Juntas Subalternas de Consolidación se crearon para cumplir con las disposiciones de la Cédula y estaban integradas por el Virrey, Presidente; el Arzobispo y Obispos, Regentes de Audiencias, un Diputado y un Secretario.

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En el Archivo Histórico del Archivo General del Estado de Oaxaca, se encuentran documentos que dan cuenta de las actividades de la Junta Subalterna de Consolidación de Oaxaca. Uno de los primeros testimonios que se tienen sobre el inicio de ellas, es una correspondencia del 6 de febrero de 1806, firmada por el Virrey José de Iturrigaray, en la que comunica al Obispo e Intendente de Oaxaca, el acuerdo de la Junta Superior de Consolidación de México, por el que debían informar quiénes y qué monto adeudaban a las capellanías y obras pías.

Después de la instauración de la Junta Subalterna, hubo resistencia al pago de capitales por parte de diversas asociaciones religiosas. El 17 de diciembre de 1806, los Bachilleres Mariano Ceballos, Mayordomo Administrador de los propios y rentas del Convento de Religiosas Agustinas Recoletas de Nuestra Señora de la Soledad; Lucas José de Arroyo, Colector de la obra pía de ánimas de la Iglesia Catedral y Joseph Antonio de Bustamante, Mayordomo del Convento de Religiosas de Nuestra Señora de la Concepción Regina Celi, solicitaron a la Junta que se respetaran los recursos destinados a la manutención de los conventos.

La Junta Subalterna de Oaxaca se encargaba de investigar quienes debían capitales o réditos a la iglesia, para realizar su cobro y recaudar el dinero para la corona. El Teniente Diputado cumplía con estas funciones, informando al Presidente y Vocales de la Junta Subalterna el nombre de los deudores, el monto debido y si su plazo de pago estaba vigente o vencido. En el Archivo Histórico del AGEO, están resguardados los informes entregados por los Tenientes Diputados.

La emisión de la Real Cédula de Consolidación y la conformación de las Juntas Subalternas, nos muestran la forma en la que se adjudicaron gran parte de los bienes del Obispado y las diferentes órdenes religiosas que tenían sede en Oaxaca. Por ejemplo, el 20 de septiembre de 1806, el Teniente Diputado Ignacio González y Romero, solicitó a la Junta Subalterna de Consolidación, que ni en los conventos, ni juzgados de la capital, se recibieran los pagos de los deudores a obras pías, sino que lo hicieran en la Real Caja y que los Ministros de Hacienda otorgaran el recibo correspondiente.

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Aquellos deudores que no podían pagar las deudas que habían contraído con los grupos eclesiásticos, entre ellos comerciantes y hacendados, solicitaban a la Junta Subalterna que les otorgara plazos para pagar, en un proceso que denominaron composición. Fue el caso de Francisco de Trocones, comerciante de Ejutla, quien el 28 de enero de 1807 promovió una composición para el pago de mil pesos que reconoció a favor del Colegio de Niñas Educandas.

Como se puede leer, la Real Cédula de Consolidación tuvo un fuerte impacto en la economía del Obispado y órdenes religiosas asentadas en Oaxaca, pero también afectó a las familias más adineradas de españoles y criollos, causando un profundo malestar que sirvió como detonante para la Independencia de México. Recordemos que la Nueva España fue la colonia española que enviaba más dinero a las arcas del Rey. Así mismo, nos deja ver parte del poderío económico de la iglesia, la cual funcionaba como los actuales bancos o cajas de préstamos.

La trascendencia de la documentación que se tiene en este gran acervo es enorme. Es como ir armando un rompecabezas histórico con algunas piezas sueltas, lo cual nos invita a cuestionar e investigar la razón por la que se creó esa documentación, porqué los expedientes se encuentran desmembrados y cuál fue el destino de las demás partes. Esto nos deja en suspenso, como una serie televisiva de la que se quiere saber más. Por otro lado, nos hace conscientes de que en nuestras manos podemos sostener un pedacito de historia.