En busca del acta perdida Primera parte.

Por Wagive Turcott Fiat.

Así como es apasionante para un arqueólogo, el hecho de encontrarse con los restos de una antigua cultura, para el investigador documental, puede resultar igual el encontrar un acta o cualquier otro documento que ha buscado por mucho tiempo.

La Investigación documental no es únicamente empleada por quienes se dedican a las ciencias o a las disciplinas sociales, pueden hacer uso de ella, todas las personas que necesiten ampliar sus conocimientos sobre cualquier cuestión. Yo me he valido de ella en diversas ocasiones, actualmente la he usado para conocer más sobre mi historia familiar y construir mi árbol genealógico, inquietud que tengo desde hace muchos años y que hasta ahora estoy llevando a cabo.

Me he emocionado profundamente al encontrar documentos que registran la vida de mis antepasados, pero hay una búsqueda que no he podido concluir: el acta de defunción de mi abuelo materno. Cuando la encuentre, conoceré el nombre de sus padres, mis bisabuelos, quizá aparezca el lugar exacto de su nacimiento, como me ha sucedido con los registros de otros antepasados. Es triste que de mi abuelo Yusef, no tenga ni siquiera una fotografía, en el archivo familiar definitivamente no encontré nada, así que me dispuse a buscar en distintas fuentes documentales.

Las fuentes documentales impresas son las actas que registran los sucesos biográficos como nacimientos, matrimonios, defunciones, actas notariales, pasaportes, certificados; lo son también los periódicos, los libros, las revistas. Existen también las fuentes documentales gráficas como son fotografías, pinturas, mapas, carteles, entre otras.

Postal 1.

Postal 2.

También son fuentes documentales los materiales audiovisuales, como videos, películas, grabaciones de voz, programas de radio y televisión; y están las fuentes electrónicas, que nos proporciona el internet.

Los lugares donde hallaremos las fuentes documentales son: archivos, bibliotecas, hemerotecas, fototecas, fonotecas, bases de datos regionales, nacionales e internacionales, iglesias, centros de estudio, cementerios, y por supuesto, en la red, donde hallaremos bases de datos especializadas, revistas, libros electrónicos, entre otras. Hay muchos sitios donde podremos buscar, uno de ellos es Family Search, que contiene el mayor acervo de documentos genealógicos digitalizados del mundo, es la colección de documentos históricos más grande que existe, cuatro mil ochocientos millones aproximadamente.

“La verdad es más importante que los hechos.” Decía Frank Lloyd Wright (1867-1959) Arquitecto estadounidense, esta frase “queda como anillo al dedo” respecto a sucesos que se dan por hecho y al ser confrontados con investigaciones documentales, cambian totalmente. En la reconstrucción de la historia familiar, con frecuencia nos topamos con esto, para mí era un hecho que mi abuelito murió cuando yo tenía tres años, pero al revisar las actas de defunción del lugar donde vivía, correspondientes a ese año, no encontré nada. En esta búsqueda me he dado cuenta cómo se van formando los mitos familiares, al pasar los hechos narrados de una generación a otra. En ocasiones esas modificaciones se hacen de modo inconsciente, cuando el narrador imprime su particular punto de vista, otras veces, se modifican por prejuicios, como es el caso de los secretos familiares, o bien por suposiciones que se dan por hecho, por rencillas, por un sinfín de razones. Pero si deseamos conocer la verdad, al igual que los científicos y los estudiosos, debemos realizar una investigación documental. Describo brevemente los pasos a seguir:

Nuestro primer paso sería reconocer aquello que deseamos investigar, por ejemplo, el nombre de alguna persona del árbol familiar, o la fecha de nacimiento, o quizá la procedencia u ocupación, si se enamoró, dónde o cuándo se casó, o cómo murió, por qué causas luchó, qué enfermedades tuvo, si viajó, puede ser cualquier cosa la que se desee investigar, y es importante definirla desde el inicio, ya que será el problema a resolver.

El siguiente paso sería conectar los hechos que conocemos con lo que suponemos, o sea establecer una hipótesis, una posible explicación o acercamiento de lo que sabemos, a lo que podría ser la verdad.

Nuestro tercer paso entonces será reconocer nuestro marco teórico, la base de la que partimos, todo aquello que ya sabemos y que podemos verificar, así como las condiciones y circunstancias que consideramos valiosas para el efecto.

Por último, viene la observación, que podrá hacerse una vez localizado el documento, el cual debe registrarse con su respectiva ficha bibliográfica, esto facilitará la sistematización y las consultas posteriores.

Es mucha la información que puede revelarnos un acta de nacimiento, de matrimonio, de defunción, un registro religioso, una fotografía, un pasaporte, un simple pasaje de barco. Una vez analizados los datos, sabremos si nuestra hipótesis se comprueba o se rechaza, despejaremos nuestras dudas y se resolverá el problema. La verdad irá surgiendo así, a través de la investigación documental.

Enlistado del año 1805. Samuel Baldwin.